No es una buena noticia para la aldea global, no lo es ni en términos económicos ni diplomáticos, mucho menos favorece el entendimiento natural de las relaciones internacionales basadas en el principio del quid pro quo. A estas alturas, una guerra comercial, enturbia y empantana toda posibilidad de equilibrio derivada del consenso más que del disenso.
En realidad, el presidente Donald Trump, pretende retroceder a Estados Unidos y al comercio global al siglo XIX con su idea de imponer “por un largo plazo” nuevos aranceles al acero (del 25%) y al aluminio (10%).
El carbón, el acero y el petróleo son tres insumos que, en la civilización contemporánea, han sido utilizados de manera maniquea por gobiernos y productores (holdings o lobbies) en aras de obtener protección gubernamental… contra la competencia foránea.
Cuando Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia industrial también recurrió a la autoprotección convencida que de esa forma mantendría no nada más su hegemonía sino también el control de sus colonias a fin de garantizarse el mercado interno.
En “Las inversiones extranjeras y la transferencia de tecnología entre Europa y América Latina” elaborado por la Universidad de Barcelona, el texto recuerda que: “Hacia 1850 la producción industrial de Gran Bretaña ocupaba, sin lugar a dudas, un puesto de preponderancia a nivel mundial. En la industria textil Gran Bretaña logró mantener durante las siguientes décadas su posición de liderazgo a nivel internacional; en la siderurgia, al contrario, los británicos pronto se vieron relegados a un segundo plano por el progreso tecnológico de Estados Unidos y Alemania. Ambas naciones superaron a partir de los años 1880 a Gran Bretaña en la producción de acero y hierro”.
Ahora bien, en cuanto a precedentes cercanos de proteccionismo comercial que derivaron en tensiones en las relaciones internacionales, a raíz de la Gran Depresión de 1929 en EU se tomaron decisiones para cuidar su mercado interno.
Los senadores republicanos Reed Smoot y Willis C. Hawley propusieron la conocida Ley de Aranceles aprobada el 17 de junio de 1930 (en inglés Tariff Act of 1930) que impuso una serie de aranceles ad valorem a más de 20 mil productos importados
Se trató de una decisión unilateral de gran calado que desde luego fue igualmente contrarrestada por Europa casi en la misma proporción, provocando la cerrazón en las economías europeas, un feroz rechazo a lo comprado en el extranjero en aras de un nacionalismo recalcitrante que apostaba por el fortalecimiento de la industria nacional con la baza de crear cadenas de millones de trabajadores y luchar así contra la desazón del desempleo.
De acuerdo con el Departamento de Estado de la Unión Americana entre 1929 y 1934, el comercio mundial redujo 66%, en buena medida las exportaciones estadunidenses cayeron de 1 mil 334 millones de dólares a 784 millones de dólares en 1932.
En esta fase, el discurso de líderes como Adolph Hitler, encontró enorme calado en la defensa de los intereses patrióticos que tenían en las grandes productoras de carbón, hierro y otros minerales el basamento de la industria local. Así empezó a cocinarse el ambiente de preguerra que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial.
El 23 de agosto de 1939, Alemania e Italia signaron el Pacto de Acero, un acuerdo en el que ambas naciones acordaban defenderse mutuamente en caso de guerra, no llegar a agredirse, mantener una esfera compartida y mutua de poder económico y comercial y de ser necesario de soporte de la industria militar. Marcó el inicio del ajedrez belicista Nazi, con Polonia como su primer casillero.
En ese entonces no existía el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés) que empezó a funcionar en 1947 ni mucho menos operaba la Organización Mundial del Comercio (OMC) una evolución natural del GATT que supuso en 1995 uno de los más relevantes entendimientos multilaterales.
A la época contemporánea del siglo XXI se arriba dejando un pasado reciente de dos terribles guerras mundiales y una tirante, tensa y divisionista Guerra Fría.
En la actualidad, las relaciones internacionales están más vertebradas y medularmente interconectadas que nunca antes, por eso quizá resulta tan chocante el comportamiento político del presidente Trump; quiere jugar a ser Keynes con variables y escenarios económicos que nada corresponden con hace cien años, pretende además, culpar al mundo entero por los déficits que arrastra su país como si éstos no fuesen resultado de las políticas imperialistas y supremacistas de los últimos cincuenta años
El mundo económico ha reaccionado con estupor ante la cortante y distante decisión unilateral de Washington de elevar los gravámenes a las importaciones de acero y de aluminio.
Aquí en Europa prácticamente toda la prensa se ha lanzado en una carnicería condenando el más reciente anuncio ad valorem –otra elucubración incendiaria- así como las formas, el fondo y el contexto en el que sucede.
La cuenta de Twitter @realDonalTrump convertida en la plataforma cotidiana de descarga de ideas factuales y contrafactuales, amenazas, vocerío altisonante y otras sandeces del inquilino de la Casa Blanca amaneció especialmente inquieta la mañana del 2 de marzo pasado.
El enemigo a vencer ese día no fue ni Corea del Norte ni Irán ni las #Fakenews se trató del intercambio comercial, uno que a juicio de Trump es “desproporcionado, injusto, inequitativo y nos perjudica”.
Prácticamente para él habría que rehacer uno por uno los hilos que hilvanan cada lazo de su balanza comercial hasta lograr -a golpe de magia- que el déficit de la Unión Americana pase a un rozagante superávit.
Al cierre de 2017, según datos del Departamento de Comercio, la balanza comercial de EU obtuvo el mayor saldo negativo observado desde 2008, tras incrementarse hasta 566 mil 600 millones de dólares un 12.1% más respecto de 2016.
Los dos problemas que hacen a la economía de EU la gran deudora del mundo derivan tanto de sus números rojos en su balanza comercial como en su déficit presupuestario que concluyó el año fiscal con un récord de 666 mil millones de dólares, unos 80 mil millones de dólares añadidos en los últimos 365 días.
Trump que llevaba semanas con el dedo en el gatillo, primeramente anunció (el 23 de enero) la imposición de aranceles especiales a las importaciones de paneles y celdas solares (un 30% adicional) y a determinados modelos de lavadoras para el hogar (un 20% adicional).
Para los paneles y celdas solares el plan es reajustarlo al 15% después del tercer año de estar funcionando en tanto que, para las lavadoras, la intención pasa por aumentar todavía más el gravamen especial hasta el 50% cuando el volumen supere los 1.2 millones de lavadoras importadas al año.
Ahora toca el turno del acero y del aluminio, dos de los insumos fundamentales en prácticamente todas las cadenas industriales; y dos imprescindibles para los planes de expansión de la nueva Administración: sector automotriz, sector de la construcción y las infraestructuras y el sector de la defensa y del armamento militar. El nuevo incremento quedó estipulado en el acta firmada por Trump el jueves 8 de marzo y entrará en vigor en los siguiente quince días.
Al final, el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha cumplido con su promesa electoral, además llevaba varios días calentando el ambiente al respecto: “Nosotros debemos proteger a nuestro país, a nuestros trabajadores. Nuestro acero. Nuestra industria está en mala forma. SI TU NO TIENES ACERO,TU NO TIENES UN PAÍS”, tuiteó Trump con fogosa alharaca.
Y no descansó de su mofa hilarante, de hecho, escribió iracundo que los EU tenían un déficit comercial anual por 800 mil millones de dólares (falso es por 566 mil 600 millones de dólares) por culpa de “nuestros muy estúpidos” acuerdos comerciales y sus políticas.
Ante las reacciones generadas en la Unión Europea (UE) de responderle también con el mismo trato recíproco, una andanada de aranceles a varios productos norteamericanos, Trump tuiteó que si la UE lo hace no tendrá más remedio que imponer barreras a las importaciones de automóviles.
Para Roberto Azevêdo, director General de la OMC, ante el inminente anuncio realizado por la Administración Trump el organismo “está claramente preocupado por los nuevos planes arancelarios para gravar tanto el acero como el aluminio”.
Hace unos días yo consulté al encargado del organismo quien afirmó que el riesgo potencial de una escalada es real “lo estamos viendo en la medida en que empiecen a responder los otros implicados”.
“No hace sentido una guerra comercial, a nadie debe interesarle. En la OMC estaremos vigilando muy de cerca cómo se van desarrollando dichos acontecimientos”, aseguró en exclusiva.
Unos días después, Azevêdo declaró ante la prensa internacional que una guerra comercial puede provocar una profunda recesión mundial: “No podemos ignorar este riesgo y urjo a todas las partes a que consideren y reflexionen profundamente sobre esta situación. Una vez tomemos este camino, será muy difícil cambiar de dirección. El ojo por ojo nos convertirá a todos en ciegos y el mundo caerá en una profunda recesión.”
El remate más loco de tantas ideas preconcebidas fue cuando el mandatario estadunidense, a manera de respuesta, calificó como “buenas a las guerras comerciales” y fáciles de “ganar”.
RENEGOCIACIONES Y DISPUTAS
El ambiente comercial está enrareciéndose, hay roces significativos, las dificultades de entendimiento aumentan: EU ha intentado dinamitar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) que, curiosamente, el mismo jueves 8 de marzo vivió en Chile un lavado de cara al convertirse en el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico que une a varios países interesados por el libre comercio global (entre éstos México) pero que avanza sin EU.
Por su parte, Reino Unido en sentido irracional a la lógica del libre comercio, votó por el Brexit dispuesto a dejar las amplias ventajas que concede la pertenencia al mercado único europeo. Y ahora, quizá, solo logre en unos años un tratado comercial entre Reino Unido y la UE.
En Tanto, México atraviesa una etapa crucial, con sendas renegociaciones y reactualizaciones, como acontece con el NAFTA-TLCAN y el Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea (UE).
Ambos avanzan a tientas sobre de territorio minado con la UE -en su novena ronda- los estires derivan de la protección de las denominaciones de origen (el queso Manchego es un caso); en tanto con EU y Canadá, hay cláusulas trampa que el presidente Trump quiere imponer con manotazos en la mesa.
A la cita en Ciudad de México –séptima ronda- no asistió el negociador estadunidense del sector automotriz, se quedaron esperándolo los equipos canadiense y mexicano.
Mientras que la cláusula Sunset (propuesta por Washington) pretende marcar un punto de inflexión en el futuro de permanencia del NAFTA-TLCAN dado que busca dar por concluido, en cada quinquenio, el tratado tripartito atándolo así a una renegociación permanente; su futura subsistencia quedaría estipulada bajo una bruma de incertidumbre intrínseca que en nada favorecería a las inversiones fijas.
El país azteca intenta darle la vuelta suavizándola y en su contrapropuesta elimina la ruptura de facto del NAFTA-TLCAN cada cinco años pero en cambio sí concede que, cada quinquenio, sea realizada una revisión, un balance del mismo ya sea para mejorarlo o bien optimizarlo… pero sin pasar por el corte de caja.
Bajo las normas del GATT y de la OMC no existe ninguna cláusula que obligue a un país a la permanencia a un acuerdo comercial per saecula saeculorum, de hecho, en la Ronda de Tokio de 1973 se incluyó en la ley de comercio de 1974 varios apartados relevantes, recovecos de amparo, ante el comercio internacional.
La Casa Blanca usa la argucia de la Sección 232 que faculta a cada presidente a “restringir cualquier bien que importe” bajo la consideración de que el bien o bienes importados amenazan “a la seguridad nacional”.
Al considerarlo un asunto de Estado, Trump actúa protegiendo a los productores de acero y de aluminio de su país, frente a las importaciones de dichos insumos.
No es el único mandatario que bajo la Sección 232 toma este tipo de medidas, en su momento lo hizo Ronald Reagan, pero en vez de imponer una elevación de tarifas arancelarias lo que hizo fue recurrir a la opción de las Restricciones Voluntarias de Exportaciones (RVE) presionado por las recurrentes quejas del poderoso lobby automotriz norteamericano; el 2 de mayo de 1981 Japón limitó “voluntariamente” sus exportaciones de coches a EU.
Antes que Trump, al acero le metió mano el presidente George W. Bush, ordenando medidas de protección temporal por un valor de 10 mil millones de dólares con gravámenes especiales en más de 400 productos con acero.
Avances del GATT en la Ronda de Tokio 1973
Sección 201: permite que las empresas que compiten con las importaciones soliciten ayuda para contrarrestar el crecimiento rápido de las mismas.
Sección 232: autoriza restringir cualquier bien importado que amenace con poner en peligro la seguridad nacional.
Sección 301: permite acciones para defenderse del comercio desleal y autoriza usar medidas tales como las restricciones discriminatorias.
Sección 701: se aplica a las subvenciones a las exportaciones de países extranjeros.
Sección 731: contiene las provisiones antidumping.
Fuente: GATT
LAS TRES FALACIAS DE TRUMP
Dice Jan Tinbergen en “Hacia una economía mundial” que la lección más importante que debemos aprender de “los desgraciados años treinta” es el fracaso del nacionalismo de las políticas económicas. “Las políticas que buscaban favorecer los intereses de una nación en detrimento de los intereses de las otras hicieron mucho daño. Un ejemplo de ello son las restricciones comerciales”.
“Trump es un ignorante de la historia y del pensamiento económico”, afirmó Jeffrey. D. Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, quien añadió en el corto plazo saldrán beneficiadas “un puñado de compañías” pero tanto EU, como el mundo, lo sufrirán.
¿Realmente se puede ganar en una guerra comercial así?
-Los productores del acero pueden ganar en una guerra comercial pero perderán los usuarios del acero y los consumidores además de los costos sociales por proteger trabajos poco competitivos.
Lo que puede pasar, añadió Sachs, es caer en una espiral global de guerras comerciales, tratar de repetir un escenario que ya se vivió como sucedió en 1930 posterior a la Gran Depresión.
“No esperemos que un hombre impulsivo e ignorante como Trump escuche las lecciones de la historia económica, que entienda la lógica de las relaciones internacionales y la base del comercio”, afirmó.
El economista estadunidense, presidente de The Earth Institute, habló de las “tres primitivas falacias de Trump” que a continuación desmenuzamos:
¡Es patético!, afirmó Sachs, el economista advirtió que en contrapartida las empresas norteamericanas enfrentarán un menor acceso al mercado chino en expansión. “China lo que hará es redirigir sus exportaciones a otros mercados ya sea dentro de la propia Asia, África, Europa y por supuesto, América Latina”.
Atendiendo las lecciones de la historia económica, ¿qué pasará entonces?
Como se esperaba China ya puso el grito en el cielo, el gobierno del presidente XI Jinping, calificó a los aranceles de Trump como “una violación de las reglas del comercio mundial”.
“China no quiere una guerra comercial con EU, pero si Trump insiste, China no tendrá más remedio que tenerla”, según fuentes oficiales del gobierno chino.
Una guerra comercial dañará la competitividad americana y disparará las represalias globales, ¿realmente será la economía china la más castigada por los aranceles al acero y el aluminio?
La respuesta concreta es no. De acuerdo con la Asociación Mundial del Acero (en inglés World Steel Association) entre los 39 mayores consorcios productores de acero figuran 20 empresas chinas; le siguen 4 rusas, 2 japonesas, una de Corea del Sur, 3 de la India; etcétera.
Empresas líderes producción de acero
(Millones de toneladas)
Compañía 2016 2015 2014
ArcelorMittal 95.5 97.1 98.1
China Baowu 63.8 60.7 76.4
Hesteel Group 46.2 47.7 47.1
Nippon Steel 46.2 46.3 49.3
Posco 41.6 42.0 41.4
Fuente: Elaboración propia con dato de World Steel Association
Hasta el sitio 40 figura una española con Acerinox mientras que México lo hace en el renglón 45 de la mano de Altos Hornos de México (AHMSA); entre las más poderosas que ocupan los primeros sitios están: ArcelorMittal (Luxemburgo), China Baowu Steel Group (China), Hesteel Group (China), Nippon Steel & Sumitomo (Japón), Posco (Corea del Sur), Jiangsu Shagang (China), Ansteelgroup (China), Shougung (China) y Tata Steel (India). La empresa estadunidense del acero llamada Nucor figura en el doceavo puesto es el corporativo que más ha presionado al presidente Trump para las medidas proteccionistas arancelarias aduciendo “graves afectaciones en su industria local” debido a las importaciones baratas de acero.
No obstante, aunque son fundamentalmente chinas las empresas que lideran la producción de acero en el mundo y en efecto, por listado de países es China el mayor productor global de dicho insumo con 831.7 millones de toneladas métricas según la Asociación Mundial del Acero, el dragón asiático sufrirá mínimas consecuencias derivadas del alza del 25% en el arancel del acero.
Principales países productores de acero
(Millones de toneladas métricas)
País 2017 2016 2015
China 831.7 786.9 803.8
UE 168.7 162.3 166.2
Japón 104.7 104.8 105.2
India 101.4 95.5 89.6
EU 81.6 78.5 78.9
Rusia 71.3 70.5 71.1
México* 20.0 19.0 18.3
Mundo 1691.2 1606.3 1620.4
*México figura en el puesto 14
Fuente: Elaboración propia con datos de World Steel Association
¿Por qué razón? Si bien EU es el mayor importador de acero del planeta con 35.6 millones de toneladas el año pasado, los cinco principales exportadores de acero a la economía norteamericana son: Canadá, Brasil, Corea del Sur, México, Rusia y solo hasta el décimo sitio de relevancia se encuentra China.
¿Qué países son verdaderamente los más afectados? Chad P. Brown, investigador y asesor del Peterson Institute for International Economics, matiza que una vez que el presidente Trump ha dejado –momentáneamente- fuera a México y Canadá de los nuevos aranceles al acero y el aluminio, los más afectados serán: la UE con 2.6 billones de dólares, Corea del Sur con 1.1 billones de dólares, Brasil 965 millones de dólares y Rusia con 823 millones de dólares. China solo sufrirá un impacto aproximado de 689 millones de dólares.
Y las consecuencias, advierte Brown, vendrán igualmente en escalada de aranceles, restricciones y proteccionismo: “La UE ventiló que de hacerlo EU procederá a gravar los blue jeans, el whisky de Kentucky, los arándanos, los productos lácteos, las motos Harley Davidson, los productos agrícolas como el arroz, el maíz y el jugo de naranja y muchos más artículos”.
ASIMETRÍAS EN EL COMERCIO
Para la Unión Europea (UE) el asunto es claramente recíproco así lo manifestó colérico Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, al poco del anuncio de Trump y su arrojadiza propensión a hacer de su cuenta de Twitter su vocero personal de prensa.
La animadversión entre el mandatario estadunidense y los europeos es mutua, ya lo había dicho el magnate inmobiliario salvando de su antipatía al presidente francés Emmanuel Macron “me cae bien” y a la premier británica Theresa May porque “la tengo cerca del corazón”.
El año pasado la UE exportó a la Unión Americana 7.3 billones de dólares sumando sus ventas en acero y aluminio; Rusia le vendió 3 billones de dólares por ambos insumos, Corea del Sur, 2.9 billones de dólares, entre otros países. Al hacer Trump una excepción con Canadá y México quedan a salvo de una afectación importante dado que el primero es el mayor exportador de componentes de acero y aluminio a EU con 12 billones de dólares mientras con México las exportaciones al vecino del norte sumaron 2.8 billones de dólares. Aunque, EU tiene superávit comercial en dichos insumos –acero y aluminio- con México.
Por ende se entenderá la enérgica reacción de la UE que en voz de Juncker manifestó: “No permaneceremos sentados mientras nuestra industria es atacada con medidas injustas que ponen en riesgo miles de puestos de trabajo europeos. La UE actuará con firmeza y con mesura para defender nuestros intereses”.
La mañana del pasado miércoles 7 de marzo, Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la UE, solicitó al presidente Trump realizar los esfuerzos necesarios a fin de “evitar una disputa comercial mayor” para no afectar las relaciones trasatlánticas.
El bloque europeo prepara un contraataque, una vez que EU mueva ficha, ejecutará tres tipo de acciones: 1) Se quejará vía formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) a través de sus instancias jurídicas; 2) se impondrán medidas de salvaguarda; y 3) habrá aranceles para una lista de productos acereros industriales y agrícolas fabricados en EU que sean importados por la UE por el monto equivalente a la pérdida económica que padecerá la UE por los aranceles al acero y el aluminio.
Adicionalmente a ello figura el listado de productos americanos señalados párrafos arriba y que la UE consideraría gravar en una segunda escalada de consecuencias… algo a lo que por escrito en Twitter respondió Trump amenazando con aranceles a las importaciones de vehículos europeos.
A Europa le queda un ligero atisbo de esperanza: salvar in extremis al bloque de la nueva tasa ad valorem demostrándole a Washington que son “socios confiables” y que no suponen ningún tipo de riesgo “a su seguridad nacional”.
Mientras tanto en México, la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (CANACERO) que preside Guillermo F. Vogel agradeció al presidente Enrique Peña Nieto así como a Ildefonso Guajardo, titular de Economía, por la firme y decidida defensa de la industria siderúrgica nacional que derivó en la exclusión de México de la Sección 232.
“En Norteamérica compartimos la problemática de sobrecapacidad mundial y prácticas desleales, siendo México ejemplo en el combate a las prácticas desleales adelantándose al resto del mundo con las medidas adoptadas en la presente administración”.
ENTRE RENUNCIAS, PRESIONES Y OBSESIONES
El presidente Trump está más obsesionado con el poderío chino que con el ruso, además mantiene una extraña psique: una relación de amor-odio en parte porque admira tanto la grandeza de la historia rusa como de la china e inclusive respeta, alaba y admira a sus actuales presidentes a tal punto que quisiera emularlos: “Deberíamos probar un día lo que está haciendo Jinping”, dijo Trump recientemente al referirse al nuevo proceso político que devolverá al presidente Jinping todo el poder más allá de los límites del tiempo político-electoral. Xi Jinping apunta a moderno emperador.
Paul Krugman, Nobel de Economía, ha hecho varias veces alusión a la personalidad dictatorial que lleva Trump ceñida a su carácter una que va haciendo caer -a cuentagotas- renuncias de diversos profesionales que forman parte de su equipo de trabajo y también de representantes del gobierno de EU.
Primero se han dado a la fuga sus propios mentores de campaña desde Steve Bannon hasta diplomáticos de primera línea como Roberta Jacobson que dejará la embajada de EU en México.
La más reciente ruptura, es la de Gary Cohn, el banquero fungía como principal asesor económico del mandatario, dicen que intentó convencer a Trump a favor de dar marcha atrás a sus planes arancelarios y proteccionistas. Empero, no lo escuchó…
Para Xavier Vidal Folch lo que hay que explicar es que en las guerras comerciales pasa como con la recogida de cerezas de un cesto “agarras una y esta engarza otra”.
En un mundo global, asevera el analista y articulista, los implicados son absolutamente todos. Miente pues Trump al decir que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar. Ya Wall Street le ha advertido con una caída del mercado bolsístico”.
“Y cuando todo ello redunda en un aumento del comercio mundial que realimenta la recuperación, inyectarle ideología proteccionista para obstaculizarlo y tratar de aumentar la parte propia del pastel no solo es injusto, sino estúpido”.
Lo que está haciendo Trump es obcecado, retrógrada, señal de su incipiente cultura económica y financiera aunque en la práctica sea un empresario con fortuna, dirigir a un país no es lo mismo que hacerlo al frente de un consejo de administración.
También, como afirma Vidal Folch, hay lecciones claras, las políticas de enriquecerse empobreciendo al vecino han dado un resultado trágico en la historia: acabaron en los fascismos y en la Segunda Guerra Mundial.
Fueron justificaciones obtusas elaboradas con axiomas nacionalistas y patrioteros baratos los que terminaron además ahogando en deudas, pobreza y sangre a los ciudadanos, víctimas de la asfixia proteccionista, de las políticas persecutorias y del despliegue de las fobias.
El mundo global, el de la globalización, va a reaccionar bajo el principio de la reciprocidad que no es más que una forma muy diplomática, polite, de decirle a Trump que habrá “un ojo por ojo y un diente por diente”. Y los consumidores lo pagarán, y los ciudadanos lo costearán, aunque Wilbur Ross, secretario de Comercio de EU, lo niegue y lo califique de histeria colectiva por nada…