De Fondo
Sobre la discusión Corral vs el Poder Judicial Federal y sus causas subyacentes, opino:
Quién detracta a los órganos de impartición de justicia litigando en medios, generalmente gana.
La ecuación es muy fácil, lo que busca es publicidad, no un fallo ni que le den la razón.
Es más, mediáticamente gana más frente un fallo adverso sin importar la razón jurídica, cuánto más porque, en el caso, esa publicidad es gratis, lo hace para robustecer una popularidad con apoyo mediático.
“Por regla general”, una acusación se sustenta en argumentos artificiales, en diatribas, en falacias, en descalificaciones dogmáticas que el detractor armoniza con esa necesidad popular de identificarse con quién les dice lo que quieren escuchar, por eso, siempre gana el detractor y lo sabe el poder judicial.
El problema, no es menor.
No obstante que es aberrante, ensuciar el nombre de una institución, a su costa se fortalece el detractor ante su público delirante que lo considera un “valiente luchador social”.
Ejemplos de ese frenesí hay varios que siguen lucrando con el descrédito de las instituciones, algunos han al alcanzado candidaturas para cargos públicos, como el mismo Corral, Yunes, y Andrés Manuel.
Una institución como el Poder Judicial, poco puede hacer litigando en medios.
Hizo bien en encarar el problema con austeridad y hará mejor abandonando la discusión en medios porque esa publicidad alienta a otros interesados.
Además porque a todos nos cae muy mal que alguien hable bien de sí mismo.
Quien lo dude, observe cómo le ha ido a quién pidió que se hicieran bien las cuentas de sus éxitos y que cuente lo bueno.
El Problema real es que el Poder Judicial Federal se ha vuelto vulnerable, y progresivamente se convertirá en víctima de sí mismo como ha venido aconteciendo.
En efecto, hoy padece la depredación fratricida por no llamarle caníbal que practica su propio Consejo de la Judicatura destruyendo trayectorias e inhibiendo la creatividad de los juzgadores progresistas.
El propio Consejo ha exhibido en medios a Jueces y Magistrados y con ello le ha hecho mucho daño a la institución.
Es el propio Consejo de la Judicatura quién ha salido a medios presumiendo el número de servidores públicos sancionados, cuando por muchas razones, esas cifras debieran dar más vergüenza que aplausos.
Otro problema que lo va desgastando es que padece la aberrante sobre-saturación de expedientes que física y materialmente hacen imposible la prestación del servicio público de impartición de justicia de calidad, exhaustiva, pronta y expedita.
A pesar de sus esfuerzos, no es posible el análisis profundo y con alta calidad cuando en un solo día un Juzgador tiene que resolver varias decenas de asuntos.
Ello abre un círculo vicioso porque propicia un impresionante cúmulo de inconformidades, revisiones, quejas y reclamaciones que exigen tiempo y concentración y en la realidad, postergan la solución real de los asuntos.
El Poder Judicial, hoy es víctima del abuso del derecho de justiciables atrevidos que discuten necedades y abruman las cargas de trabajo.
También paga los platos que rompen autoridades responsables que correlativa y progresivamente, han sucumbido a su deber de impartir justicia de calidad y violan garantías sin ningún pudor, dando lugar a un abrumador número de amparos.
A pesar de la reforma a la Ley de Amparo, en la práctica hay un altísimo número de amparos de segunda, tercera o más retornos.
Es inminente que, de continuar con esta inercia, veremos cómo se incrementarán exponencialmente las recriminaciones a esa institución, que hoy por hoy y a pesar de sus defectos, es el único foro de análisis de constitucionalidad que enfrenta graves dificultades de credibilidad y funcionalidad y que no obstante mantiene el análisis jurídico de la más alta calidad en México.
En conclusión, o se renueva o colapsará en el descrédito y falta de credibilidad social.