En México gran parte de la población se ha dividido entre quienes están a favor y en contra del gobierno electo, consecuencia de regímenes anteriores con fallas, aciertos, algunos corruptos y otros ejemplares hemos formado nuestras opiniones llegando cada uno a nuestras propias conclusiones.
Estamos aprendiendo a ver la pluralidad de ideas como un riesgo y el cambio como una forma de venganza avalada que no permite puntos medios y tiende más a fanatismos por cualquiera de las posturas. Se ha convertido en una guerra de opiniones y creencias sin argumentos y sin fundamentos, basada en el culto a las personas y no en el conocimiento, en una lucha por tener la razón, no por estar bien.
Se ha dicho mucho de los funcionarios corruptos, pero no se ha dicho tanto de aquellos quienes trabajan todo el día para el gobierno, que solo tienen la bandera y la camiseta de México, aquellos que sobreviven a los cambios de gobierno porque hacen su trabajo dedicadamente, especializándose para poder tomar las mejores decisiones para el país, trabajando muchas veces jornadas más largas que en la iniciativa privada por su alto compromiso con México y esos también existen y muchos más de los que en un discurso pueden descalificarse frente a un pueblo enardecido justificadamente por el poco compromiso de otros, por quien se roba millones con un solo plumazo o decisión, sepultando el esfuerzo y la confianza de muchos que sí están comprometidos con este país.
Se ha hablado mucho de los empresarios corruptos pero no se ha dicho tanto de aquellos que son fuente de empleo, arriesgando su propio patrimonio dando trabajo y ayudando a la economía nacional, muchos de los cuales fracasan teniendo que comenzar de cero una y otra vez.
Se ha hablado también del pueblo de México, que es un pueblo honesto y trabajador, pero no podemos idealizar que todos los mexicanos son honestos y trabajadores, existen aquellas personas sin oficio ni beneficio, acarreados sin ideales o delincuentes sin escrúpulos y nuestro compromiso es hacer valer la Ley frente a aquellas personas que obstruyen el avance de México.
Considero como mexicano, que la bandera que nos une y representa es la de México, la de las Instituciones y la de la legalidad, por lo que nuestra criterio debierta tener que ver más con analizar la situación actual y la incertidumbre jurídica que ha generado en estos momentos el tema aeroportuario.
¡No es que “gane” Santa Lucía o “gane” Texcoco! es buscar que México esté unido, tomando el respeto como bandera, enseñando a quien no conoce y aprendiendo de quien sabe más, reconociendo que no podemos opinar respecto a cualquier especialidad y esperar que nuestra opinión sea igual de certera que la de una persona que ha dedicado su vida a un tema específico. Nuestras recomendaciones solamente pueden ser jurídicas y no técnicas, una decisión tan relevante también requiere de expertos en temas de viabilidad económica, técnica y operativa.
No es una cuestión de preguntar o no preguntar a la gente su opinión, sino hacer ver a la gente que ya es partícipe del gobierno a través de la democracia representativa. No es necesario que a los gobernados se les pregunte todo, ya que nuestro amor a México o el rencor al adversario no nos convertirá en expertos de cualquier materia.
Ahora bien, cualquier decisión envolverá temas jurídicos de cada una de las especialidades, pero el mayor problema es que hay riesgo de perder la certidumbre jurídica, perder las reglas. Las reglas son indispensables para poder actuar, sin reglas claras los caminos son discrecionales, correríamos el riesgo de convertir la democracia en una oclocracia.
Creo en las Instituciones y en la Ley, pensamos que hay muchas cosas que debemos corregir como país. Como abogados tenemos un fuerte compromiso en mejorar la normatividad para ir cerrando caminos y poner cada vez más candados para evitar la corrupción.
En la sociedad existen personas con diferentes afinidades políticas, religiosas, culturales y clases socioeconómicas y lo que nos une es la objetividad y el respeto a la legalidad.
Si no confiamos en las Instituciones, preguntemos, exijamos respuestas y que el gobierno saliente o entrante ayude a transparentar con normas, observadores sociales, reglamentos, pruebas o con cualquier otro mecanismo que abone a la legalidad de los actos. Escuchemos y pidamos más datos a través de las Instituciones creadas para esos fines, manifestémonos a favor de la unión, de la transparencia y de la rendición de cuentas de nuestros gobernantes, sin importar el tiempo, el partido, el color o la idea.
Finalmente, evaluemos sin descalificar, aprendamos, comprendamos, cambiemos de opinión, seamos críticos que eso también es hacer valer nuestro derecho y todo eso las veces que sea necesario hasta que tengamos las certezas que buscamos y en caso de encontrar mejoras proponerlas por las vías legales. No nos dejemos arrastrar por el enojo y busquemos el bien común de nuestro México.
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